Hace un tiempo publiqué un post en Instagram que decía "Cuando alguien me comenta que no le gusta la intervención ABA porque es muy rígida o usa recompensas y castigos, los entiendo, pero inmediatamente les explico como funciona". Dada su acogida en forma de mensajes privados y comentarios personales quise argumentar sobre el tema. Yo también soy mamá, tengo una niña pequeña y esto ha impactado profundamente mi visión del mundo, mis emociones y mi vida. Ahora veo matices en todo, lloro por cualquier situación que involucra un ápice de emoción y no quiero que mi hija o cualquier niño en general sienta miedo o tristeza por algo que no lo merezca, mucho menos por recibir terapia o aprendizajes que deberían ser amistosos y graduales para generar una motivación interna (que ya sabemos es la más importante).
La terapia de Análisis Conductual Aplicado (ABA, por sus siglas en inglés) es un enfoque terapéutico ampliamente utilizado para ayudar a niños con trastornos del espectro autista (TEA) y otros trastornos del desarrollo. A lo largo de los años, ha habido un debate en curso sobre la seguridad y la eficacia de esta terapia. Y lo cierto es que la ciencia de la conducta (ABA) ha evolucionado mucho desde sus inicios hasta lo que son las prácticas actuales. El ABA es un enfoque terapéutico basado en la modificación del comportamiento. Se centra en analizar y entender el comportamiento de un niño, descomponiendo estas habilidades en pasos más pequeños y manejables que puedan ser enseñados por partes para luego integrarlos a un todo y el aprendizaje sea de forma progresiva. También se utiliza el refuerzo positivo así como intervenciones antecedents para promover las conductas o habilidades deseadas entre otras estrategias para enseñar y fomentar comportamientos deseables mientras se reducen los no deseados.
Nuestro enfoque en NeuroDverse inicia desde el respeto de la persona con la que tratamos, así como a trabajar sobre sus necesidades para lograr el objetivo primordial, el de ayudar a nuestros niños a ser autónomos y funcionales, aumentando los comportamientos que son útiles (como la comunicación, juego, habilidades sociales y de la vida diaria) y disminuyendo los que son dañinos o afectan el aprendizaje (inatención, rechazo de las tareas, agresiones, etc.). Las recompensas que usamos son en su mayoría naturales.
Cuando llevamos a nuestros niños con un profesional asumimos que sabe lo que está haciendo y que esto será beneficioso para nuestro hijo, pero lamentablemente esto no siempre es así. Como padres queremos lo mejor para nuestros hijos, pero pasa muchas veces que no sabemos qué es lo mejor. Cuantas historias he escuchado de padres que se encierran en los baños a llorar porque ven a su hijo siendo forzado a hacer algo que no quiere (probablemente no pueda) y mostrando todo tipo de conductas (sin éxito) para salirse de la situación. Y no crean que no he visto resultados luego de esto, muchas son las veces que estos forcejeos funcionan y es la razón por la cual se siguen haciendo (reforzamiento positivo pero para quien lo practica) pero a que costo del niño???
Desde nuestro punto de vista y basado en investigaciones que asi lo demuestran, si un niño está mostrando conductas que indican malestar, no esta bien ni es respetuoso continuar con la intervencion en curso. Ayudar a este niño a regularse y buscar una forma a traves del juego, que le haga sentido y logre adquirir aquello que se le esta enseñando debe ser la respuesta de un profesional que trabaje centrado en la persona.
Como padres/cuidadores debemos siempre preguntar los métodos que se usan y el cómo va a lucir la sesión de ABA antes de comenzar, protegiendo el bienestar de nuestro niño. Cada familia debe abogar por lo mas efectivo para su niño, evaluando siempre los pros y contras de cada intervención. Sin olvidar que la intervención primaria es la que recibe su niño en casa, de parte de su familia.
Es por esto que he querido reunir los siguientes puntos, como guía para padres que busquen un enfoque que muestre resultados y a la vez respete la individualidad de sus hijos.
Antes de comenzar cualquier terapia de ABA pregúntale a su provider de servicios:
¿Están certificados los terapistas por la BACB?
¿Que experiencia tienen en el campo?
¿Si no tienen experiencia, antes que hacían?
¿Han trabajado con niños de la edad de mi hijo?
¿Reciben supervisión de un analista (BCBA), cada cuanto tiempo?
¿Cual es el background del BCBA?
¿Su interés está en obtener resultados a corto o largo plazo?
¿Como luce una sesión?
¿Se enfoca más en disminuir conductas o en aumentar habilidades?
¿Usa reforzadores no naturales?
¿Trabaja basado en los hitos del desarrollo?
¿Que haría cuando mi hijo tenga una rabieta?
¿Trabaja guiado por los intereses del niño o trae un plan estructurado?
¿Como manejan las conductas estereotipadas?
¿Como manejan las conductas que son mayormente sensoriales?
¿Podemos participar los padres en la sesión?
En resumen, la terapia de ABA es generalmente segura para los niños cuando se implementa correctamente por profesionales calificados, éticos y empáticos. Es importante que los padres estén informados y participen activamente en el proceso terapéutico. Cada niño es único, y la terapia de ABA es una herramienta efectiva para ayudar a los niños con TEA a desarrollar habilidades y alcanzar su máximo potencial cuando se lleva a cabo de manera segura y centrada en el bienestar del niño.
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